jueves, 4 de agosto de 2016

Las pipas de fumar tabaco del Castillo San Severino

Por: Johanset Orihuela y Ricardo A. Viera
Proyecto Progressus

Las pipas para fumar tabaco son elementos de común aparición en los contextos coloniales cubanos. Dentro de la vasta colección de artefactos provenientes de las excavaciones arqueológicas realizadas en el Castillo de San Severino entre el 2003 y el 2006, se encontraron más de una veintena de estos elementos (Pérez et al., 2005, 2007, 2008; Hernández y Rodríguez, 2010). Estas pipas son de una tipología y procedencia variada, todas manufacturadas entre mediados del siglo XVIII y el siglo XIX (Orihuela y Viera, 2016).

Entre las pipas de tradición norte-europea se encuentran especímenes elaborados en Holanda, Escocia e Inglaterra. Como parte de esta muestra se encuentran dos interesantes ejemplares de pipas inglesas con un rebajamiento en la porción fracturada de la caña, lo que constituye evidencia de la adaptación de estas pipas para ser reutilizadas. Este tipo de evidencia sugiere escases, o poco acceso a pipas o preferencia por esta tipología. Otros son de tradición Española y Mediterráneas, donde se destacan las pipas de origen catalán y otras de posible procedencia balcánica. Las pipas de este tipo aparecen perfectamente contextualizadas en estratos pertenecientes al siglo XIX, periodo en el que las de tipología reed-stem reemplazaron a las norte-europeas.

Muestra de las pipas para fumar tabaco excavadas en el fuerte San Severino en las campañas del 2003-2006. A: pipa de posible origen Inglés sin marcas, manufacturado entre mediados del siglo XVII y principios del XIX. Nótese el afilamiento para readaptación en la caña. B: pipa de origen Holandés, marcada con una corona y un 16 en la base de la cazoleta. Esta fue posiblemente manufacturada entre 1780 y 1820 en la afueras de Gouda (ver Orihuela y Viera, 2016: 387). C, pipa confeccionada en arcilla negra de posible origen mediterráneo (localidad inexacta) y data a la primera mitad del siglo XIX. El cuerpo de esta pipa fue rebajado posiblemente como una readaptación. D y E son pipas de origen español, posiblemente de Palamós en Cataluña, y manufacturados en la primera mitad del siglo XIX. La larga espuela de estos dos ejemplares sugiere una fecha más cercana a la mitad del siglo XIX, que a su principio. F y G, pipas de arcilla rojiza y negra de origen mediterráneo, posiblemente Balcanes, manufacturadas en la primera mitad del siglo XIX. A y B son estilo europeo norte donde la caña es completamente de arcilla al igual que la cazoleta. C-G son de tipología “reed-stemmed” donde solo hasta la boquilla de la cazoleta era de arcilla. La cana se insertaba en la boquilla, y estas podían ser confeccionadas de cualquier material, como el ejemplar C, cual contenía un fragmento de hueso adaptado a la boquilla.

Este cambio está relacionado con las tendencias comerciales de disponibilidad, acceso o preferencia hacia las pipas españolas y mediterráneas que encajan con la apertura y exportación del mercado catalán hacia el Caribe. Postulamos que estas tendencias surgieron de la influencia que ejerció la inmigración catalana y la recirculación que realizaron estos puertos españoles de elementos provenientes de otras regiones del Mediterráneo como los Balcanes, el sur de Francia y el norte de África (Orihuela y Viera, 2016).

Bibliografía

Pérez Orozco, L., Santana Barani, C., y Viera Muñoz, R. A. (2005). Arqueología colonial en el Castillo de San Severino. 1861 Revista de Espeleología y Arqueología 6(2): 16-21.

Pérez Orozco, L., Viera Muñoz, R. A., y Santana Barani, C. (2007). Arqueología histórica en el Castillo de San Severino. 1861 Revista de Espeleología y Arqueología: Edición Especial, Junio, 2007: pp. 6-56.

Pérez Orozco, L., Viera Muñoz, R., y Santana Barani, C. (2008). Arqueología histórica en el Castillo de San Severino (Matanzas, Cuba). Castillos de España 149: 43-59.

Hernández De Lara, O. y Rodríguez Tápanes, B. E. (2010). La arqueología histórica en el castillo de San Severino, Matanzas, Cuba: Resultados de investigación y cronología. Cuadernos de Antropología 6(2): 133-150.

Orihuela, J. y Viera Muñoz, R. A. 2016. Clay tobacco pipes from a colonial refuse deposit in Fort San Severino, Matanzas Province, Cuba. International Journal of Historical Archaeology, 20: 378-404. DOI 10.1007/s10761-016-03337-6.

domingo, 12 de junio de 2016

El Morrillo: entre el patrimonio, la historia y las políticas públicas

Por: Odlanyer Hernández de Lara

Me atrevería a decir que en la ciudad de Matanzas hay muchas personas que conocen la existencia de un paraje llamado El Morrillo. Algunos lo conocen por la playa, casi siempre poco frecuentada y tranquila. Otros lo conocen por el Museo y, quizás, algún día lo visitaron. Pero lo cierto es que esa punta donde desemboca el río Canímar fue elegida hace unos 300 años como lugar estratégico para proteger la ciudad de corsarios, piratas y las naciones enemigas. Allí se construyó un torreón para vigilar los barcos que se acercaran, del cual aún hoy en día se conservan sus cimientos. Luego se erigió una fortaleza para cuidar la ciudad y la entrada al río que daba acceso a las múltiples plantaciones de azúcar y café que exitían en las inmediaciones. También desde allí se defendió la rada durante la primera batalla de la Guerra Hispano-Cubano-Americana. Más tarde se abadonó el inmueble y fue aprovechado como refugio temporal por Antonio Guiteras y Carlos Aponte para intentar salir de la isla, pero fueron abatidos por el ejército. En su memoria se inauguró el Museo en la otrora fortaleza, declarado Monumento Nacional en 1978. Para abrirlo, fue necesaria una restauración capital del inmueble, que para entonces estaba en ruinas. Luego sucedieron varios cambios, pero desde entonces el museo ha mantenido sus puertas abiertas, por casi cuarenta años.

Vista de la batería El Morrillo, donde se observa a la derecha los cimientos del antiguo torreón. Foto: Julio Larramendi

Anualmente son necesarias reparaciones varias, pues el inmueble sufre, sobre todo, su cercanía al mar. Un mantenimiento constante sería más adecuado, pero no siempre se cuentan con los recursos necesarios para sostener un edificio histórico como El Morrillo.

Foto de la batería durante la restauración de 1974 para convertirla en museo

Según las declaraciones recientes al periódico Girón de la directora del museo, Gisela Álvarez Polo, este año fue necesaria una reparación importante del techo, lo que implicó un gasto significativo del presupuesto anual asignado. También se arreglaron balcones y ventanas, pero allí se agotaron los 74.000 pesos con que contaba la institución. El presupuesto solicitado para el año próximo es de 100.000 pesos, que servirá para avanzar bastante. Pero quizás lo más importante no sea hacer restauraciones capitales una vez cada tanto, sino monitorear constantemente el inmueble y hacer un mantenimiento frecuente antes de que surjan los problemas. Prevenir es la mejor manera de conservar el patrimonio histórico. Y El Morrillo es uno de esos lugares imprescindibles de nuestro patrimonio histórico.

Vista de El Morrillo durante la restauración del techo

A veces parece que no hace falta aclarar qué es el patrimonio histórico. Ya forma parte de esas frases trilladas que cualquiera repite o incluso afirma conocer. Pero, ¿será que esa mayoría conoce todo lo que acompaña al patrimonio histórico? Brevemente, hay que mencionar que el patrimonio es una elección consciente, no es simplemente algo viejo. Alguien elije qué denominar patrimonio y qué se queda afuera de esa lista supuestamente privilegiada. Al hacer esa elección, se tienen que fundamentar históricamente los valores que se le asignan al bien, ya sea un simple artefacto, un inmueble o un paisaje. Sí, los valores también son elecciones: se elije desde una postura teórica, desde un posicionamiento político, etc. Ninguna opinión es ajena al contexto social y político. Pero además de ello, al elegir un determinado bien como patrimonio histórico, ello implica que ese bien deba ser protegido, según indican nuestras leyes y decretos que velan por la salvaguarda del patrimonio nacional. Pues cuando se declara un bien como patrimonio es porque se asumen y aceptan esos valores otorgados y se elige, una vez más, que son importantes para la sociedad y deben perdurar para las generaciones futuras. Es así como nacieron los listados de sitios declarados Patrimonio de la Humanidad, que por cierto en Cuba tenemos algunos.

Las declaraciones patrimoniales le otorgan un papel excepcional al lugar declarado, lo que internacionalmente suele llamar la atención de muchas personas. Ello conlleva a que se incremente el número de visitantes y, de esa manera, se difundan los valores que elegimos conservar. Pero la conservación de esos sitios implica una inversión, que a largo plazo trae beneficios sociales y económicos. Esta inversión debe ser asumida con responsabilidad, donde el Gobierno provincial y municipal juegan un rol fundamental. El cuidado de nuestro patrimonio es una de las políticas públicas necesarias, que pueden recibir también contribuciones externas para su mantenimiento, aunque para ello es importante trazar dinámicas de manejo y programas de desarrollo que le den a la institución algo de autonomía para su financiamiento. El Morrillo tiene un potencial inexplorado que va más allá de lo que pueden imaginar muchos. El patrimonio de esa pequeña región tiene la clave para revivir la atracción del público. Como menciona su directora, “...cerrar sería absurdo...”. Hay que buscar soluciones a los problemas, trabajar en conjunto para lograr mantener este lugar histórico. Y en esto influye también el papel de la comunidad. Está en nosotros, como sociedad, que le otorguemos valor a nuestro patrimonio, a nuestro pasado, no sólo para que dure un poco más, sino, sobre todo, para que estos sitios históricos contribuyan al desarrollo social.

miércoles, 27 de abril de 2016

El Bombardeo de Matanzas desde extractos de “The Cuban and Porto Rican Campaigns” por Richard Harding Davis (1898)

Por Johanset Orihuela y Ricardo Viera*
Proyecto Progressus
El segundo capítulo de The Cuban and Porto Rican Campaigns, escrito por el reportero norteamericano Richard Harding Davies nos ofrece su punto de vista e interpretación sobre el primer acto de la guerra hispanoamericana, cual tuvo lugar en la bahía de Matanzas, costa norte de Cuba.
Harding se encontró a bordo del USS New York y presenció el bombardeo de Matanzas; tal y como el diario El País nombra el encuentro. Según Harding, el bombardeo de Matanzas duró un cuarto de hora, pero otras fuentes indican que tomó cerca de media hora. Harding sugiere que el encuentro rápidamente demostró el acumen y superioridad de la Marina norteamericana contra las fuerzas españolas en las costas matanceras. Los acorazados involucrados fueron el USS New York, quien iba a la delantera entrando en la bahía, seguido por el USS Cincinnati y el monitor USS Puritan.

Una vista del monitor USS Puritan
Cuenta Harding que la escuadra norteamericana caló lentamente hacia la boca de la bahía bajo el cielo azul de la tarde. El USS New York estaba a dos millas (3.22 km) de la costa matancera y con el catalejo se podían ver soldados españoles en trincheras recién abiertas. Para ese entonces, y mientras penetraban la boca de la bahía, la tripulación del USS New York se preguntaba si en la bahía habría minas. Según relata Harding, él se encontraba sobre cubierta conversando con parte de la tripulación cuando el Capitán Chadwick diera la orden a sus posiciones e indicó al cañonero Ensign Boone que apuntara 4000 yardas (~3658 m) a una de las trincheras de la costa. El contralmirante Sampson aprobaba desde el puente de comando las acciones del capitán. Desde entonces el bombardeo fue concentrado en las baterías costeras y trincheras, siendo el oficial Boon quien disparó el primer cañonazo.
Cuenta Harding que después de este primer disparo fue difícil contar el resto de los que siguieron, especialmente los del USS Cincinnati. Estos reverberaron en una cacofonía metálica con vibraciones sobre cubierta. El ruido era increíble y sin dudas audible por kilómetros a la redonda. Con cada disparo se creaba una neblina de humo que impedía respirar y observar. No se oyeron voces durante el bombardeo, excepto los comandos del teniente Mulligan.
Pero el New York no fue el único en disparar. Atrás le siguieron, y después de recibir permiso a través del heliógrafo, el Puritan y el Cincinnati, que estaban más afuera hacia la boca de la bahía. Una “batería insolente” les habría fuego desde el este. Esta pudiera ser la batería de Faro de Maya. Según observó Harding, los disparos del USS Puritan salían de sus cañones de 6 pulgadas, cuales estaban casi a la altura del mar, y daba la impresión de undirse mientras disparaba. Muchos de los tiros fueron intencionalmente disparados a los montículos de tierras de las trincheras, cuales escupían polvo y humo al aire con cada contacto. Varios de los disparos de una batería costera (Harding no indica cuál), llegaron muy cerca del USS New York, pero no a más de 100 yardas (91.4 m).
El relato de Harding es parcial, ya que este demuestra con sus comentarios su evidente posición a favor de la victoria de su nación. Aun así, sus observaciones nos abren una ventana peculiar al suceso histórico ocurrido allí en la tarde del 27 de abril de 1898.

Fuentes
Aquí incluiremos solo las partes que conciernen a Matanzas como fueron descritas por Harding Davis. Harding, Davis, R. (1898). “The Cuban and Porto Rican Campaigns” de Richard Harding Davis (1898). Imprenta de Charles Scribner’s Sons.
Para leer el capítulo completo, visite https://archive.org/details/cubanandportori00davigoog.
Adicionalmente a los artículos publicados en esta página, se le sugiere al lector interesado que lea el artículo “El peligro te viene de arriba: arqueología de una batalla durante la intervención estadounidense en la bahía de Matanzas, Cuba (1898)” por O. Hernández de Lara y colegas, quienes proveen un análisis íntegro sobre el bombardeo de Matanzas.

Hernández de Lara, O., L. Lorenzo Hernández, B. Rodríguez Tápanes, S. Hernández Godoy, e I. Hernández Campos. (2014). El peligro te viene de arriba: arqueología de una batalla durante la intervención estadounidense en la bahía de Matanzas, Cuba (1898) en Hernández de Lara, O. y Landa, C. (editores) Sobre Campos de Batalla: Arqueología de Conflictos Bélicos en América Latina, Cap. 6, pp. 191-233. Ediciones Aspha.
Para leer el capítulo completo, visite http://www.arqueologiaydesarrollo.org/p/publicaciones.html

lunes, 28 de marzo de 2016

La colección de mayólicas del Castillo de San Severino

Odlanyer Hernández de Lara


El Castillo de San Severino de Matanzas, ubicado en la margen occidental de la bahía matancera, ha sido objeto de excavaciones arqueológicas en varias oportunidades. El primer proyecto arqueológico se inició en 1994, al que continuaron excavaciones en 1998 y luego entre 2003 y 2006. También se han realizado varias prospecciones y seguimiento de obras de restauración, lo que ha conllevado a la detección de estructuras, elementos arquitectónicos y artefactos desconocidos hasta el momento.

Excavación arqueológica en las bóvedas bajo la rampa de acceso a la Plaza de Armas. Fotos tomadas de Hernández y Rodríguez (2016)

Las evidencias halladas en las excavaciones realizadas conformaron la colección de arqueología del Museo de la Ruta del Esclavo que tiene sede en la fortaleza. La mayor parte de las piezas proceden del propio inmueble, con una alta variedad de artefactos de hueso, cerámica, vidrio, metal y lítico. Entre los artefactos se encuentran muchos vinculados con la vida militar, como son charreteras metálicas, proyectiles, piedras de chispa y otras partes de piezas de artillería, así como cerraduras, candados y herramientas de trabajo. Además, está ricamente representada la cotidianidad del consumo por contenedores de vidrio y cerámica para bebidas alcohólicas, platos, fuentes, tazas y tazones de loza (Creamware, Pearlware, Whiteware, Ironstone), ollas de cerámica utilizaría, pipas para fumar tabaco, entre otros. En esta oportunidad, hacemos referencia sólo a las mayólicas que conforman la muestra de cerámicas.

Mayólica Tucson polícromo, procedente de México


El conjunto de mayólicas inventariadas en el Castillo de San Severino Museo de la Ruta del Esclavo corresponde en su gran mayoría a las excavaciones llevadas a cabo entre 2003 y 2006, aunque algunos fragmentos provienen de la excavación de 1994. No obstante, el grueso de las evidencias recuperadas en 1994 se encuentran en los fondos del Museo Provincial Palacio de Junco. Presenta una cronología extendida desde el primer cuarto del siglo XVIII hasta la segunda mitad del XIX, aunque el contexto ha sido fechado desde 1772 hasta finales de la centuria decimonónica.

Mayólica Faience Saint Cloud polícromo (siglos XVIII-XIX), procedente de Francia


Las formas representadas van desde jofainas y bacines, hasta platos llanos y hondos, pasando por pocillos, tazas y tazones. Las procedencias estimadas corresponden a la región de Puebla (México), Alcora, Sevilla y posiblemente Cataluña (España) y Francia.

Mayólica Triana polícromo, procedente de España

Una de las problemáticas a tener en cuenta para la conservación de la colección es precisamente el alto porcentaje de humedad del depósito de arqueología, ya que este constituye una de las dependencias de la fortaleza que no posee, hasta ahora, ningún tratamiento de climatización, ni cerramientos. Estas condiciones, que es preciso revertir con premura, no son exclusivas del Castillo de San Severino, constituyendo una problemática extendida en los museos provinciales y municipales -con contadas excepciones-, donde los depósitos suelen carecer de las condiciones mínimo imprescindibles para la conservación de las colecciones.

Mayólica Puebla azul sobre blanco, procedente de Mexico

Esta colección en particular constituye un exponente de alto valor para los estudios cerámicos en el centro histórico de la ciudad de Matanzas y en la provincia, ya que es la más significativa en cuanto a cantidad y variabilidad, así como por el lapso cronológico que cubre. Si se tiene en cuenta además que procede de una excavación arqueológica, considerando lo limitado de este tipo de trabajos en contextos históricos realizados en la provincia de Matanzas, su preservación se presenta como un compromiso inminente.

Bibliografía

Hernández de Lara, O. y B. Rodríguez Tápanes. 2009. Anotaciones acerca de la presencia de mayólicas en el Castillo de San Severino (Matanzas, Cuba). Cuba Arqueológica. Revista digital de Arqueología de Cuba y el Caribe. II (2):65-77.
Hernández de Lara, O. y B. Rodríguez Tápanes. 2010. La arqueología histórica en el Castillo de San Severino, Matanzas, Cuba. Resultados de investigación y cronología. Cuadernos de Antropología 6:133-150.
Hernández de Lara, O. y B. Rodríguez Tápanes. 2016. La colección de mayólicas del Castillo de San Severino, Museo de la Ruta del Esclavo (Matanzas, Cuba). Fragmentos de Pasado. Revista de Arqueología, No. 1: 79-108.
Pérez Orozco, L.; R. Viera Muñoz y C. Santana Barani. 2007. Arqueología histórica en el Castillo de San Severino. 1861. Revista de Espeleología y Arqueología. Edición Especial No. 2.
Rodríguez Tápanes, B.; G. Menéndez y L. Medina. 2001. Castillo de San Severino: arqueohistoria de una fortaleza. 1861. Revista de Espeleología y Arqueología 4 (1):19-27.

miércoles, 17 de febrero de 2016

El hundimiento del Maine en la bahía de La Habana (1898)

El 15 de febrero de 1898 se convirtió en una fecha clave para la historia de Cuba tras haber sido hundido en la bahía de La Habana el acorazado Maine, del Escuadrón del Atlántico Norte de la marina estadounidense. El hecho ocurrió a las 9:40pm y tuvo como consecuencia la muerte de 266 personas, entre oficiales y soldados, aunque seis de ellos fallecieron después, producto de las heridas sufridas [ver nombres].


El US Maine entrando a la bahía de La Habana

Tres semanas antes, el 25 de enero, el Maine había entrado a la capital cubana para proteger los intereses de los estadounidenses en la isla, debido al estado de guerra en que se encontraba el país entre los independentistas y el gobierno colonial español.

La explosión del Maine tuvo repercusiones inmediatas en la prensa de los países involucrados y, por supuesto, conllevó a que se tomaran medidas urgentes con respecto a su investigación para aclarar los motivos del siniestro. El gobierno de los Estados Unidos creó una comisión con tal fin, dirigida por el entonces capitán WilliamSampson. Los resultados fueron emitidos el 21 de marzo y señalaron que el hecho no había sido negligencia de los oficiales o la tripulación, sino que el Maine había sido destruido por la explosión de una mina submarina, aunque no tenían evidencias para establecer la responsabilidad sobre alguna persona en particular [ver informe].

Comisión para la investigación del hundimiento del Maine.
De izquierda a derecha: Capitain French E. Chadwick, Captain William T. Sampson,
Lieutenant Commander William P. Potter, Ensign W.V. Powelson,
Lieutenant Commander Adolph Marix

Lo cierto es que un mes después, el gobierno estadounidense comenzaba el bloqueo a Cuba y declaraba oficialmente la guerra a España. El hundimiento del Maine constituyó uno de los factores para la declaración de guerra, al punto que muchos investigadores han insinuado que haya sido una estrategia planificada para justificar la participación de los Estados Unidos en la guerra hispano-cubana.

En 1911, los restos del acorazado y parte de su tripulación fueron rescatados de la bahía habanera. Los fallecidos habían sido enterrados originalmente en el cementerio de Colón, en La Habana, aunque al año siguiente serían trasladados al Cementerio Nacional de Arlington. En 1915 se construyó el monumento en dicho cementerio con el mástil principal del Maine como atributo representativo. En La Habana se erigiría una década después, en 1925, en el malecón, aunque sufrió varias modificaciones a lo largo del tiempo.

Rescate de los restos del Maine en 1911

Monumento al Maine en La Habana, circa 1930

OFFICERS

Jenkins, Friend W., lieutenant
Merritt, Darwin R., assistant engineer

SAILORS

Adams, John T., coal passer
Aitken, James P., boatswain's mate, first class
Anderson, Axel C., seaman
Anderson, Charles, landsman
Anderson, Gustav A., seaman
Anderson, Holm A., coal passer
Anderson, John, boatswain's mate, second class
Anderson, John, seaman
Andrews, Frank, ordinary seaman
Anfindsen, Abraham, cockswain
Anglund, Bernhard, blacksmith
Auchenbach, Harry, fireman, second class
Barry, John P., apprentice, first class
Barry, Lewis L., coal passer
Baum, Henry S., landsman
Becker, Jakob, chief machinist
Bell, John R., cabin steward
Blomberg, Fred, landsman
Boll, Fritz, bayman
Bonner, Leon, seaman
Bookbinder, John, apprentice, second class
Boyle, James, quartermaster, first class
Brinkman, Heinrich, seaman
Brofeldt, Arthur, chief gunner's mate
Bruns, Adolph C., quartermaster, third class
Burkhardt, Robert, quartermaster, second class
Burns, Edward, coal passer
Butler, Frederick F., machinist, second class
Caine, Thomas, blacksmith
Cameron, Walter, seaman
Carr, Herbert M., gunner's mate, second class
Caulfield, William R.B., landsman
Chingi, Suke, mess attendant
Christiansen, Charles A., fireman, first class
Clark, Thomas, coal passer
Clarke, James C., shipwright
Cochrane, Michael, fireman, first class
Cole, Thomas M., bayman
Coleman, William, fireman, second class
Coleman, William, ordinary seamen
Conroy, Anthony, coal passer
Cosgrove, William, fireman, second class
Curran, Charles, cockswain
Dahlman, Berger, seaman
Dennig, Charles, seaman
Donoughy, William, ordinary seaman
Drury, James, fireman, first class
Edler, George, seaman
Eiermann, Charles F.W., gunner's mate, first class
*Erikson, Andrew V., seaman
Etts, John P., seaman
Evensen, Karl, seaman
Fadde, Charles F.J., apprentice, first class
Falk, Rudolph, oiler
Faubel, George D., chief machinist
Fewer, William J., boatswain's mate, second class
Finch, Trubie, apprentice, first class
Fisher, Alfred J., oiler
*Fisher, Frank, ordinary seaman
Flaherty, Michael, fireman, first class
Fleishman, Lewis M., seaman
Flynn, Patrick, fireman, second class
Fougere, John, coal passer
Fountain, Bartley, boatswain's mate, first class
Frank, Charles, apprentice, first class
Furlong, James F., coal passer
Gaffney, Patrick, fireman, first class
Gardner, Frank, coal passer
Gardner, Thomas J., chief, yeoman
Gordon, Joseph F., fireman, first class
Gorman, William H., ordinary seaman
Grady, Patrick, coal passer
Graham, Edward P., coal passer
Graham, James A., chief yeoman
Greer, William A., apprentice, first class
Griffin, Michael, fireman, second class
Gross, Henry, landsman
Grupp, Reinhardt, coal passer
Hallberg, John A., oiler
Hamburger, William, landsman
Hamilton, Charles A., apprentice, first class
Hamilton, John, chief carpenter's mate
Hanrahan, William C., cockswain
Harley, Daniel O'C., fireman, second class
Harris, Edward, water tender
Harris, Millard F., quartermaster, third class
Harty, Thomas J., coal passer
Hassell, Charles F., gunner's mate, third class
Hauck, Charles, landsman
Hawkins, Howard B., ordinary seaman
Hennekes, Albert B., gunner's mate, second class
Herriman, Benjamin H., apprentice, first class
*Holland, Alfred J., cockswain
Holm, Gustav, boatswain's mate, second class
*Holzer, Frederick C., ordinary seaman
Horn, William J, fireman, first class
Hough, William L., landsman
Hughes, Patrick, fireman, first class
Ishida, Otogiro, steerage cook
*Jectson, Harry, seaman
*Jernee, Fred, coal passer
Jencks, Carlton, gunner's mate, third class
Johansen, Peter C., seaman
Johnson, Charles, ordinary seaman
Johnson, George, coal passer
Johnson, John W., landsman
Johnsson, Peter, oiler
Jones, Thomas J., coal passer
Just, Charles F., apprentice, first class
Kane, Michael, coal passer
Kay, John A., machinist, first class
Kelly, Hugh, coal passer
Kelly, John, coal passer
Keskull, Alexander, seaman
Keys, Harry J., ordinary seaman
Kihlstrom, Fritz, ordinary seaman
Kinsella, Thomas F., machinist, second class
Kinsey, Frederick E., machinist, second class
Kitagata, Yukichi, warrant officer's cook
Kniese, Frederick H., machinist, first class
*Koebler, George W., apprentice, first class
Kranyak, Charles, apprentice, first class
Kruse, Hugo, painter
Laird, Charles, master-at-arms, third class
Lambert, William, fireman, second class
Lancaster, Luther, boatswain's mate, second class
Lapierre, George, apprentice, first class
Lawler, Edward, coal passer
League, James M., chief yeoman
Lee, William J., apprentice, first class
Leene, Daniel, coal passer
Lees, Samuel, ordinary seaman
Leupold, Gustav, fireman, second class
Lewis, Daniel, oiler
Lewis, John B., water tender
Lieber, George, apprentice, first class
Lorenzen, Jorgen J., oiler
Louden, James W., apprentice, second class
Lowell, Clarence E., ordinary seaman
Lund, William, cockswain
Lydon, John T., ordinary seaman
Lynch, Bernard, fireman, first class
Lynch, Matthew, coal passer
McGonigle, Hugh, fireman, second class
McManus, John J, fireman, second class
McNiece, Francis J., coal passer
Malone, Michael, fireman, second class
Marsden, Benjamin L., apprentice, first class
Marshall, John E., landsman
Martensson, Johan, gunner's mate, third class
Mason, James H., landsman
Matiasen, Carl, seaman
Matza, John, coal passer
Meilstrup, Elmer M., ordinary seaman
Mero, Eldon H., chief machinist
Merz, John, landsman
Miller, George, seaman
Miller, William S., apprentice, second class
Mobles, George, cockswain
Monfort, William, landsman
Moore, Edward H., coal passer
Moss, Gerhard C., machinist, first class
Moss, John H., landsman
Mudd, Noble T., seaman
Murphy, Cornelius, oiler
Nagamine, Tomekichi, mess attendant
Nielsen, John C., seaman
Nielsen, Sophus, cockswain
Noble, William, fireman, second class
Nolan, Charles M., gunner's mate, third class
O'Conner, James, chief boatswain's mate
O'Hagan, Thomas J., apprentice, first class
Ohye, Mas, mess attendant
O'Neill, Patrick, fireman, second class
Ording, Gustav C., carpenter's mate, third class
O'Regan, Henry H., landsman
Paige, Frederick, landsman
Palmgren, John, seaman
Perry, Robert, mess attendant
Phillips, Francis C., apprentice, first class
Pinkney, James, mess attendant
Porter, John, coal passer
Powers, John, oiler
Price, Daniel, fireman, first class
Quigley, Thomas J., plumber and fitter
Quinn, Charles P., oiler
Reiger, William A., gunner's mate, first class
Reilly, Joseph, fireman, first class
Rising, Newell, coal passer
Robinson, William, landsman
Roos, Peter, sailmaker
Rushworth, William, chief machinist
Safford, Clarence E., gunner's mate, first class
Salmin, Michael E., ordinary seaman
Schroeder, August, ordinary seaman
Scott, Charles A., carpenter's mate, second class
Scully, Joseph, boiler maker
Seery, Joseph, fireman, first class
Sellers, Walter S., apothecary
Shea, John J., coal passer
Shea, Patrick J., fireman, first class
Shea, Thomas, landsman
Sheridan, Owen, fireman, second class
Shillington, John H., yeoman, third class
Simmons, Alfred, coal passer
*Smith, Carl A., seaman
Smith, Nicholas J., apprentice, first class
Stevenson, Nicholas, seaman
Sugisaki, Isa, wardroom steward
Sutton, Frank, fireman, second class
Suzuki, Kashitara, mess attendant
Talbot, Frank C., landsman
Tehan, Daniel J., coal passer
Thompson, George, landsman
Tigges, Frank B., coppersmith
Tinsman, William H., landsman
Todoresco, Constantin, fireman, first class
Troy, Thomas, coal passer
Tuohey, Martin, coal passer
Wallace, John, ordinary seaman
Walsh, Joseph F., cockswain
Warren, John, fireman, second class
White, Charles O., chief master-at-arms
White, Robert, mess attendant
Whiten, George, seaman
Wickstrom, Johan E., seaman
Wilbur, George W., apprentice, first class
Wilson, Albert, seaman
Wilson, Robert, chief quartermaster
Zeigler, John H., coal passer

MARINES

Bennet, John, private
Botting, Vincent H., private
Brosnan, George, private
Brown, James T., sergeant
Burns, James R., private
Dierking, John H., drummer
Downing, Michael J., private
Johnson, Charles E., private
Jordan, William J., private
Kean, Edward F., private
Kelly, Frank, private
Lauriette, George M., private
Losko, Peter A., private
McDermott, John, private
Monahan, Joseph P., private
Newman, F.J., private
Newton, C.H., fifer
Richter, A.H., corporal
Roberts, James H., private
Schoen, Joseph, corporal
Stock, H.E., private
Strongman, James, private
Suman, E.B., private
Timpany, E.B., private
Van Horn, H.A., private
Wagner, Henry, first sergeant
Warren, Asa V., private
Wills, A.O., private

Fuente: Appendix to the Report of the Chief of the Bureau of Navigation, 1898 (Washington, D.C.: Government Printing Office, 1898).
http://www.history.navy.mil/browse-by-topic/disasters-and-phenomena/destruction-of-uss-maine/casualties-on-uss-maine.html

martes, 2 de febrero de 2016

El bombardeo a Matanzas de 1898: la película

Por Odlanyer Hernández de Lara

Los meses de febrero, marzo y abril de 1898 fueron una caldera en ebullición de la prensa internacional. Las tirantes relaciones entre España y los Estados Unidos (EEUU), en vez de mejorar, iban subiendo el tono cada día más. Finalmente, el 22 abril EEUU inicia el bloqueo naval a Cuba con su Escuadrón del Atlántico Norte comandado por el entonces Capitán William Sampson. Las declaraciones formales de guerra llegarían unos días después, pero las acciones militares ya habían comenzado. La prensa estaba al tanto del mínimo detalle y cuando se produce el denominado Bombardeo a Matanzas, el 27 de abril, los titulares explotaron. Era la primera batalla de una guerra que recién comenzaba.

La magnitud del impacto social del suceso se comenzó a valorar recientemente. Lo cierto es que lo que algunos denominaron como un pequeño ensayo, tuvo un impacto significativo en su momento. La batalla se reflejó en disímiles formatos de divulgación por todo el mundo, al punto de pasar a formar parte de la compilación de las batallas decimonónicas, se le dedicara una medalla y su relato conformara capítulos de libros de historia. Pero no fue sólo eso: el bombardeo a Matanzas fue el escenario de una película de guerra que se encuentra entre las primeras de su tipo en la historia del cine.

Imágenes de la película del
Bombardeo a Matanzas. Foto:
http://lakecountyhistory.blogspot.com/2010/
09/edward-amets-films-1896-1898.html


La década de 1890 vio emerger las primeras filmaciones de conflictos armados, entre los que se encuentra la Guerra Hispano-Cubano-Americana. Edward Hill Amet (1860-1948), un inventor estadounidense que había creado el Magniscopio -primer proyector práctico de 35mm de imagen en movimiento-, fue uno de los protagonistas, junto a otras figuras como Thomas Edison, de las creaciones fílmicas dedicadas a esta guerra, aunque nunca estuvo en Cuba. Según varias fuentes, le fue denegado el permiso para viajar a la isla y filmar la guerra.

Entre las películas dedicadas a la guerra de 1898, Amet le dedicó una a la batalla acaecida en Matanzas, denominada precisamente: Bombardment of Matanzas. Aparentemente, la película fue producida justo después de conocidos los hechos, entre los últimos días de abril y el mes de mayo. Para darle vida a sus películas relacionadas con la guerra en cuestión, construyó un tanque poco profundo de unos siete metros de largo por cinco de ancho, con un fondo con montañas dibujadas. Allí reprodujo los escenarios bélicos con modelos en escala 1/70 de los barcos y las baterías. Los barcos tenían detalles de las banderas, el armamento, etc., con medidas de entre 1 y 1.5 metros de largo y entre 70 y 90 centímetros de altura. Estas elaboraciones lo reconocieron como uno de los pioneros de la filmografía basada en modelos.

Edward Hill Amet delante de la piscina donde se desarrollaron sus películas dedicadas a la Guerra Hispano-Cubano-Americana. Foto: http://lakecountyhistory.blogspot.com/2010/09/edward-amets-films-1896-1898.html

Su experiencia inventiva le aportó mucho a sus películas. Con un ventilador simulaba las olas del mar, los barcos eran impulsados por electricidad, generaba humo a partir de algodones empapados en alcanfor y el armamento estaba equipado con pólvora y detonadores para disparar. Aparentemente, el desarrollo de la película estaba basado en las narraciones publicadas en la prensa de la época y los modelos de los barcos construidos en base a las fotografías y dibujos divulgados en los diarios.

Las películas de Amet tuvieron una gran acogida entre el público estadounidense y además fueron comercializadas y proyectadas en otros países. Uno hallazgo significativo en esta investigación ha sido precisamente una foto de la Exposición Internacional Trans-Mississippi, realizada en la ciudad de Omaha, en Nebraska, entre el 1 de octubre y el 31 de octubre de 1898. En la foto aparece la fachada de un edificio de la mencionada exposición, donde se divulga la proyección de la película de Amet dedicada al bombardeo a Matanzas. Es interesante anotar que el edificio estaba dedicado a la compañía de Thomas Edison denominada Electrical Prodruction y varios letreros alusivos al suceso decoran las columnas del inmueble, haciendo referencia a la fecha de la batalla, las embarcaciones estadounidenses que intervinieron, incluso acompañadas de imágenes de los barcos y la invitación a ver las bombas estallando.

Vista de la facha del edificio donde se observa la publicidad de la película del Bombardeo a Matanzas durante la Exposición Internacional Trans-Mississippi realizada en la ciudad de Omaha, Nebraska. Foto: F. A. Rinehart (1898). http://www.omahapubliclibrary.org/transmiss/research/cleanhtml/tmi01014.html

La película fue comentada en los diarios de la época, como el New York Clipper, donde se puede observar que la narrativa alude a una película real, filmada en el lugar del hecho, aunque esta hubiera sido filmada en el patio de su casa en Waukegan, Illinois.

Bombardment of Matanzas
The new Telescopic Lens is a triunph of modern photography. It is possible to obtain accurate pictures at very long range. This is a most marvelous picture; in the distance can be seen the mountains and shore line where are located the Spanish batteries. The Flagship New York and the monitor Puritan are in full action pouring tons of iron and steel at the masked batteries on the shore. Volumes of smoke burst from the monster guns, while shot and shell fall thick and fast. Some shells are seen to burst in the air, scattering their deadly missiles in all directions, while others explode in the sea, throwing volumes of water in the air. A final shot from one of the thirteeninch guns of the Puritan lands exactly in the centre of the main battery, completely blowing it out of existence. 600 feet of this engagement was taken and it has been cut down to 100 feet, using only the best and most interesting parts. Price of this film only $30.
New York Clipper, 2 July 1898.

Bibliografía


Bottomore, S. (2007), Filming, faking and propaganda: The origin of the war film, 1897-1902. Tesis de Doctorado, Universiteit Utrecht.

Dretske, D. (2010), “Edward Hill Amet (1840-1948)”. Lake County, Illinois History. http://lakecountyhistory.blogspot.com/2010/08/edward-hill-amet-1860-1948.html (12/16/2015).

Dretske, D. (2010), “Edward Amet's Films, 18961898”. Lake County, Illinois History. http://lakecountyhistory.blogspot.com/2010/09/edward-amets-films-1896-1898.html (12/16/2015).

Hernández de Lara, O.; L. Lorenzo Hernández, B. Rodríguez Tápanes, S. Hernández Godoy e I. Hernández Campos (2014), “'El peligro te viene de arriba'. Arqueología de una batalla durante la intervención estadounidense en la bahía de Matanzas, Cuba (1898). En: Sobre campos de batalla. Arqueología de conflictos bélicos en América Latina (C. Landa y O. Hernández de Lara, eds.). Buenos Aires, Aspha Ediciones.

Kekatos, K. J. (2002), “Edward H. Amet and the SpanishAmerican War film”. Film History. July 1.

viernes, 22 de enero de 2016

William Thomas Sampson y la Guerra Hispano-Cubano-Americana

Por Odlanyer Hernández de Lara

El hundimiento del acorazado Maine en la bahía de La Habana el 15 de febrero de 1898 dio el puntapié necesario para la intervención estadounidense en la Guerra de Independencia de Cuba, que se había iniciado tres años antes. Los sucesos del Maine conllevaron a la creación de una comisión que se ocupara de la investigación, que tuvo como presidente al entonces Capitán de la US Navy William Thomas Sampson, quien mas tarde dirigiría la flota estadounidense durante el bloqueo a Cuba y la Guerra Hispano-Cubano-Americana.

William Thomas Sampson (1840-1902), hacia 1899.
Foto: Library of Congress http://www.loc.gov/item/2004671836/

Sampson nació en Palmyra, New York, el 9 de febrero de 1840 y a los 17 años entró como cadete a la Academia Naval de los Estados Unidos, de donde se graduó en 1861. Para entonces la crisis de la secesión de los estados del sur alcanzaba su clímax e iniciaba la Guerra Civil estadounidense. Como simpatizante de la Unión, Sampson se alistó en el Washington Navy Yard en abril del mismo año y participó en varias acciones militares. Mientras tanto, fungió como instructor de la Academia Naval, actividad que se vio interrumpida temporalmente para ocupar el puesto de Oficial Ejecutivo del monitor Patapsco.

Luego de la Guerra Civil, en 1866, fue acendido a Lieutenant-Commander, mientras ocupó disímiles puestos en diferentes escuadrones navales, como profesor y otros cargos en diferentes instituciones militares. En 1890 es ascendido a Capitán. Ya poseía una amplia experiencia, que también se extendía a propuestas de defensa, armamento, etc.

Al finalizar la investigación del hundimiento del Maine, Sampson es nombrado Comandante del Escuadrón del Atlántico Norte, y es asignado al bloqueo a Cuba y su posterior intervención abordo del buque insignia, el acorazado protegido New York. Aparentemente, la propuesta de Sampson era atacar directamente La Habana, aunque esta no habría sido aprobada por Navy Department.

El Contralmirante Sampson en el puente del acorazado protegido New York,
al mando del Escuadrón del Atlántico Norte (1898)

Lo cierto es que el 27 de abril de 1898, Sampson dirige al buque insignia hacia la bahía de Matanzas a la sazón de la construcción de las nuevas baterías para la protección de la ciudad, que en parte eran consecuencia de la posibilidad de desembarco de la marina estadounidense. Al frente del New York, y acompañado del crucero protegido Cincinnati y el monitor Puritan, Sampson dirige la primera batalla de la Guerra Hispano-Cubano-Americana en las costas de Matanzas.

La guerra recién comenzaba y todo se definiría luego en la bahía de Santiago de Cuba. Aunque la guerra tuvo su continuidad en Puerto Rico y Philipinas.

Unos días antes del ataque a Matanzas, Sampson había sido ascendido a Contralmirante (Rear Admiral), cuestión que ha sido objeto de confusión en la historiografía al designarlo como Almirante de la flota estadounidense.

Pronto comenzó a afectarle la salud y tuvo que abandonar su puesto al frente del Escuadrón del Atlántico Norte, para continuar en la docencia. En 1899 la Universidad de Harvard le concede el Doctorado Honorífico en Leyes, mientras estaba a cargo del Boston Navy Yard. Fallece el 6 de mayo de 1902 y su funeral es concurrido por numerosos oficiales y políticos, entre los que se encontró el propio presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt.

Un año antes de su muerte, la Secretaría de Marina de los Estados Unidos autoriza la emisión de una medalla de conmemorativa de bronce destinada a todos los participantes en las operaciones navales ocurridas en Cuba durante la guerra con España entre el 27 de abril y el 14 de agosto de 1898. En el frente de la medalla quedaría inmortalizado el Contralmirante William Thomas Sampson.

Más información:

http://www.spanamwar.com/sampson.htm

http://www.arlingtoncemetery.net/wsampson.htm

https://www.loc.gov/rr/hispanic/1898/sampson.html

lunes, 18 de enero de 2016

Castillo de San Severino de Matanzas

Por Silvia Hernández Godoy, Odlanyer Hernández de Lara y Boris Rodríguez Tápanes

Luego de que la Flota de la Plata fuera abatida en la bahía de Matanzas por el corsario holandés Piet Hein en 1628, los ojos de la Corona española comenzaron a prestar atención a esa zona, que desde entonces se vislumbraba estratégica por su cercanía a La Habana. Ello conllevó a una primera propuesta de fortificación que data de 1653, aunque no fue bien recibida por Felipe IV, pues La Habana era la prioridad del momento, con la tremenda obra de amurallar la ciudad.

En una Real Cédula del 14 de abril de 1682, el rey aprueba la nueva propuesta de fundación de ciudad y fortaleza en la bahía matancera, donde el año anterior corsarios ingleses y franceses habían saqueado el ingenio que allí se encontraba. Este nuevo proyecto fue concebido por el ingeniero militar Juan de Císcara.

Traza de San Severino concebida por el ingeniero Juan de Císcara (1680). Tomado del texto de Francisco Castillo Meléndez (1986).

Si bien el rey había recomendado iniciar las obras en septiembre del mismo año, los inconvenientes no tardaron en aparecer y, nuevamente, la construcción del castillo de Matanzas se postergaba. Tras el fallecimiento de Císcara en 1690, llega a la isla el ingeniero militar Juan de Herrera Sotomayor, quien se ocuparía de revisar el proyecto de fortificación anterior y reformularlo, aunque respetando algunas cuestiones. Los cambios repercutieron en el costo de la obra, pero finalmente, cinco meses antes de la fundación de la ciudad de Matanzas, comienza a prepararse el terreno donde se erigiría el Castillo de San Severino.

Un día después de fundada San Carlos y San Severino de Matanzas, el 13 de octubre de 1693, el obispo Diego Evelino de Compostela y el Capitán General Severino de Manzaneda pasaron al paraje de Punta Gorda,

“…donde se deslindó el Castillo, y su señoría ilustrísima bendijo la primera piedra de él, que el Sr. Gobernador sentó en el ángulo flanqueado del valuarte [sic] que hace frente a la bahía y que mira a la población poniéndole por nombre a la fortaleza, San Carlos de Manzaneda (...) bendiciendo por la tarde otra piedra que puso el gobernador en el sitio del altar de la capilla que antes estaba delineando, y concluyó bendiciendo todo lo demás” (Archivo Histórico Provincial de Matanzas. Actas Capitulares. Matanzas, 13 de octubre de 1693).

Con el gobierno de Güemes Horcacitas (1734-1746) se le dio un impulso importante a la obra. Por mandato del Capitán General, el ingeniero militar Antonio Arredondo se dirigió a Matanzas. Este confeccionó un proyecto que variaba las dependencias internas de la fortaleza. En 1736 se comunicaba que la plataforma estaba terminada, solo faltaba la artillería. En 1740 el gobernado había añadido 25 esclavos a la maestranza con el fin de culminar las obras exteriores y hacia 1746 la obra militar quedaba terminada.

Plano de San Severino realizado por el ingeniero militar Antonio Arredondo (1734).
Archivo General de Indias. Fondo Mapas y Planos.

Bibliografía


Archivo Histórico Provincial de Matanzas (AHPM). Fondo Actas Capitulares (1693-1898).
Castillo Meléndez, Francisco (1986). La defensa de la Isla de Cuba en la segunda mitad del siglo XVII. Sevilla: Diputación Provincial de Sevilla.
Hernández Godoy, Silvia (2006). Castillo de San Severino: insomne caballero del puerto de Matanzas (1680-1898). Matanzas, Ediciones Matanzas.


sábado, 16 de enero de 2016

La batería de Punta Maya y la Guerra Hispano-Cubano-Americana: una fotografía reveladora

Por Odlanyer Hernández de Lara

Uno de los conflictos que se abordan desde el Proyecto Progressus es la Guerra Hispano-Cubano-Americana, que inició en 1898, con la intervención estadounidense en la Guerra de Independencia de Cuba. La investigación histórica se ha orientado hacia disímiles derroteros, entre ellos la revisión exhaustiva de los reportes del Departamento de Guerra de los Estados Unidos, pues estos constituyen una fuente sistemática de información durante los casi cuatro años de ocupación del país. Una de estas búsquedas, realizada por el investigador Boris Rodríguez Tápanes, dio como resultado la localización de una fotografía excepcional de una de las baterías matanceras construidas en 1898, lo que constituye, sin dudas, un aporte significativo.

La imagen muestra parte de la batería de Punta Maya, uno de los puntos que se fortificaron luego del hundimiento del acorazado Maine en La Habana, el 15 de febrero de 1898, y la inminente participación de los Estados Unidos en la contienda. Para entonces, Matanzas contaba con un anticuado cinturón defensivo compuesto por el Castillo de San Severino, la batería El Morrillo y la batería de Peñas Altas. Había pasado casi medio siglo de la demolición de la batería de San José de La Vigía.

Batería de arena construida en 1898, ubicada en Punta Maya, Matanzas, Cuba

Las nuevas baterías que se comenzaron a construir en 1898 tratarían de reforzar la protección de la rada, ubicándose en puntos estratégicos. Entre los lugares fortificados se encontraba Punta Maya. El topónimo en sí mismo siempre contribuyó a dar por sentada la ubicación de esta batería, aunque los planos conocidos hasta el momento indicaban el lugar a groso modo, sin especificar su ubicación exacta.

Entre los planos de la época, se cuenta con el de un agregado militar ruso que escribió un informe sobre el estado de las defensas de Cuba ante la guerra y en el cual el único mapa es precisamente de la bahía de Matanzas. Otro mapa de la bahía con la ubicación aproximada de las fortificaciones se publicó en Battles of the Nineteenth Century, con una breve historia de la batalla. También se conocen algunas descripciones que hacen referencia a su ubicación, como las aportadas por un agregado militar británico que visitó las obras de defensa y hasta hizo croquis de cada uno de los emplazamientos, los que fueron publicados en su detallado informe. Incluso hay referencias aisladas de que el militar británico había tomado fotografías de las baterías, pero hasta ahora se desconoce si se han conservado.

Lo cierto es que, hasta el momento, contamos con esta única fotografía, que no solo contribuye a la ubicación de la batería en la actualidad, sino que ofrece un panorama del terreno, la ubicación de las piezas de artillería, el tipo de artillería utilizada y las características constructivas. El punto de referencia principal para su localización es precisamente el Faro de Maya, que se observa al fondo de la imagen. Este inmueble permite comparar la perspectiva de la fotografía con la actualidad del paisaje, lo que, en conjunto con un estudio topográfico de la zona, facilitará su redescubrimiento.

En la imagen se ve en primer plano un obús Howitzer de 21 cm, sunchado y, posiblemente, con el ánima rayada. Instalado en una cureña giratoria de metal, este obús tenía un alcance útil de 5 mil metros como máximo. Es una pieza de la década del setenta del siglo XIX, aparentemente modelo 1872. Este tipo de artillería se instaló en varias fortificaciones matanceras en la década de 1880.

El obús está instalado en una de las cinco troneras (abertura que se utiliza para disparar con protección) que se observan. La batería está construida de arena con postes de madera y ramaje que delimitan las troneras para su sostenimiento. Pero el detalle fundamental, como marcamos antes, es la ubicación del Faro Maya.

La investigación histórica y arqueológica de este espacio, permitirá una mejor aproximación al conocimiento de este enclave defensivo, al mismo tiempo que nos permitirá abordar las estrategias defensivas del territorio y la vida cotidiana en el frente de batalla.


viernes, 15 de enero de 2016

El Bombardeo a Matanzas en las batallas navales del siglo XIX

Por Odlanyer Hernández de Lara

El enfrentamiento entre la flota estadounidense y las defensas hispanas en la bahía de Matanzas ha quedado en la historia como el “Bombardeo a Matanzas”. Así se le denominó en la prensa en su momento y se ha seguido repitiendo ininterrumpidamente desde entonces. Pero es preciso aclarar algunos detalles conceptuales: un bombardeo implica simplemente lanzar bombas hacia un lugar determinado. Si se considera someramente el suceso de Matanzas, es muy simple observar que lo ocurrido está muy distante de haber sido un simple bombardeo.

Como bien se ha planteado recientemente por un grupo de investigadores (Hernández de Lara et al. 2014), este hecho fue una batalla terrestre-naval en toda su dimensión, que incluyó combates concretos que se desarrollaron al mismo tiempo, al enfrentarse las tres embarcaciones militares con distintos puntos fortificados. Este hecho, además, fue la primera batalla de la Guerra Hispano-Cubano-Americana. Como tal, su impacto en los medios de prensa de la época fue contundente, aunque muchas veces exagerado, incluso por los que participaron en persona.

Tal es así que los relatos sobre el “Bombardeo a Matanzas” abundan en diferentes fuentes periodísticas, en libros y hasta se le dedicó una película. Su importancia, para el momento de iniciada la guerra, influyó para que la acción fuera incluida en la serie de libros Battles of the Nineteenth Century. Es así como en el quinto tomo, publicado en 1901 por A. Hilliard Atteridge, se incluye la narración de la batalla. Esta visión del suceso contiene muchos errores, que en parte han sido señalados por Hernández de Lara y colaboradores (2014), a pesar de tener en cuenta las noticias hispanas sobre el hecho. Pero la base de la narrativa es el relato de un periodista del New York Herald, que escribió su crónica desde la embarcación de prensa y, por tanto, muchos detalles, más que descriptivos, son imaginativos.

Cubierta del libro
Battles of the Nineteenth Century (1901)

Pero a pesar de todo, es una perspectiva de la batalla y vale la pena compartirla para que pueda ser leída y, posteriormente, comparada con otros relatos del mismo suceso. De esa forma, se pueden llegar a aproximaciones más acertadas de lo que ocurrió. Para ello, nosotros agregamos una fuente de información fundamental: la arqueología. Esto permite contrastar los relatos históricos con las evidencias materiales, para de esa forma generar nuevas narrativas que confirmen o refuten la historia conocida.

Abajo, transcribimos el relato publicado en Battles of the Nineteenth Century y, además, ponemos a disposición de todos el fragmento original del libro. Es preciso aclarar que el mapa de la bahía de Matanzas que incluímos aquí aparece en la página 107 del libro, por lo que no se encuentra en el archivo PDF adjunto.

Acceder al archivo en PDF [ver]
Si quiere descargar el libro completo [ver]

jueves, 7 de enero de 2016

Un mapa cultural de las fortificaciones matanceras: la batería El Morrillo

Por: Odlanyer Hernández de Lara

En el marco del Proyecto Progressus, hemos iniciado el relevamiento topográfico de las fortificaciones ubicadas en la región de estudio (en torno a la bahía de Matanzas, Cuba) para contar con una base de datos actualizada de los inmuebles y las estructuras asociadas. Esto, de por sí, es una labor encomiable, especialmente cuando no cuentas con los recursos necesarios para que un contingente de topógrafos haga el trabajo. Pero ello no nos detiene para alcanzar los objetivos.

La primera decisión fue elegir el lugar por donde comenzar. La idea no demoró en aparecer. El Morrillo se erigía como una opción práctica. Sus dimensiones y accesibilidad, favorecieron su elección.
Previa coordinación con la directora del Museo Memorial, Gisela Álvarez, con la gestión de de las investigadoras Silvia Hernández Godoy e Isabel Hernández Campos, y de la mano del arqueólogo Adrián Labrada Milán, del Gabinete de Arqueología de La Habana, se iniciaron los trabajos en El Morrillo, en medio del proceso de restauración que se lleva a cabo en el inmueble. El objetivo principal es la planimetría digital de la batería de costa, lo que permitirá generar modelos en 3D. Luego de dos visitas al lugar, contamos con las medidas necesarias para concretar el edificio principal de la batería, que ya está casi completo.

Vista de El Morrillo durante el proceso de restauración que se lleva a cabo en la actualidad.
Mientras Adrián sigue avanzando en la digitalización, resta tomar más medidas para ubicar el basamento del torreón que existió en el lugar y que constituyó el primer punto de vigilancia y defensivo de la desembocadura del río Canímar. Algunos rasgos del terreno también se incorporarán en la planimetría, como algunos escalones tallados en la roca estructural que dan a la playa y las huellas de la extracción de sillares que debieron ser utilizados para la propia construcción del torreón y la batería.
Reconstrucción 3D de El Morrillo realizada por Adrián Labrada
Reconstrucción 3D de El Morrillo realizada por Adrián Labrada



Pero este espacio tiene otros misterios escondidos detrás de la vegetación, casi imperceptible al ojo no entrenado. Por allí también se esconden trincheras y hasta otra batería, construida en 1898 para defender las costas de la bahía del ataque de la flota estadounidense que irrumpió en las aguas matanceras a finales de abril de ese año.
El final, un mapa cultural del conflicto en la región, que develará cómo se utilizó el paisaje estratégicamente para la protección del puerto y la ciudad, pero también, un inventario detallado del patrimonio local, que en ocasiones reviste de significación mundial. 

lunes, 4 de enero de 2016

Proyecto Progressus. Arqueología, patrimonio y desarrollo social: de las fortificaciones a los campos de batalla

Proyecto Progressus. Arqueología, patrimonio y desarrollo social: de las fortificaciones a los campos de batalla.

Coordinadores:
Odlanyer Hernández de Lara (Cuba Arqueológica / Grupo de Investigación de Arqueología del Conflicto / Universidad de Buenos Aires)
Boris Rodríguez Tápanes (Cuba Arqueológica)
Jorge Garcell Domínguez (Consejo Nacional de Patrimonio Cultural)
Silvia Hernández Godoy (Grupo de Investigación y Desarrollo, Dirección Provincial de Cultura, Matanzas)

Este proyecto parte de una premisa: el principal aporte de la ciencia es para con la sociedad, por lo que progressus, que en latín significa desarrollo, está orientado sobre todo al desarrollo social de la comunidad a partir de la investigación y revalorización del patrimonio histórico-arqueológico. Somos conscientes de la significación del pasado para la construcción de identidades, por lo que consideramos como lineamientos fundamentales el rescate de la memoria colectiva y su materialidad asociada, la puesta en valor del patrimonio y su uso responsable para repercutir positivamente en la comunidad. Para ello, se propone la investigación de sitios patrimoniales y colecciones museológicas relacionados con conflictos bélicos, en pos del rescate y salvaguarda de unos bienes, a veces desconocidos, que poseen un valor histórico y social que trasciende la escala local.

Logo del Proyecto Progressus, con uno de los baluartes del Castillo de San Severino
Con un alcance geográfico regional, el área de investigación se extiende en torno a la ciudad de Matanzas y su bahía, considerando que este territorio fue testigo de numerosos esfuerzos defensivos que tuvieron un impacto diferencial en cuanto a la dimensión espacial en diferentes momentos históricos. Si bien el mayor interés se centra en la zona costera, donde se construyeron la mayoría de las fortificaciones en momentos de enfrentar peligros externos, es importante tener en cuenta también el territorio limítrofe de la ciudad, donde se erigieron puntos defensivos y de control cuando el peligro interno se acrecentó.

Mapa cartográfico de Matanzas. Instituto Cubano de Geodesia y Cartografía
El alcance temporal está enfocado en perspectiva diacrónica, considerando desde el siglo XVI, con la confrontación hispano-indígena que dio origen al nombre de la ciudad, hasta el siglo XX, con los últimos enclaves construidos para la defensa costera durante la Crisis de Octubre. Este abordaje se concibe como multidisciplinario, teniendo en cuenta el aporte que se pueden realizar desde diversas perspectivas científicas como la Historia, la Arqueología, las Geociencias, la Antropología, el Turismo, etc. En ese sentido, la óptica con la que se enfoca la investigación parte de la máxima: no se conserva lo que no se conoce; y la conservación del patrimonio es, ante todo, una responsabilidad social, como lo es también la difusión entre la comunidad. Sin embargo, la difusión de los bienes patrimoniales debe estar precedida de una investigación consciente, en pos de construir conocimiento que repercuta en la formación patrimonial de la sociedad, a la vez que se integren los valores para su protección, no sólo legal, sino, sobre todo, social.

Objetivos generales
  1. Contribuir al conocimiento del conflicto como proceso histórico social desde una perspectiva pluridisciplinaria que tiene en cuenta la Arqueología, la Historia, las Geociencias, etc., con una visión diacrónica regional, tomando como escenario geopolítico el entorno de la ciudad de Matanzas, Cuba, y su bahía, con una escala cronológica macro que abarca desde el siglo XV hasta el XX.
  2. Desarrollar una conciencia patrimonial en la comunidad local a partir de una participación activa de la población en el proyecto y de la implementación de un turismo histórico cultural en la región de estudio a partir del conocimiento generado que contribuya al desarrollo local.