Por Odlanyer Hernández de Lara
Matanzas, Cuba - El
fin de año de 2020 trajo consigo algunas noticias sueltas en las redes sociales
sobre trabajos de acondicionamiento de un pequeño parque que se encuentra junto
al mar, detrás del trece plantas de Peñas Altas. Los trabajos han sido
impulsados por la Empresa Artex y la Dirección Municipal de Servicios Comunales,
según consta en una noticia de ayer divulgada en TV
Yumurí. Estas tareas han recibido aplausos de la población, pues el citado
parque ha estado olvidado por décadas, al punto que la antes mencionada noticia
se refiere al lugar como “un área baldía”. La realidad, es que es un parque
poco transitado y conocido, ahora denominado Vista al Mar. Pero ¿conocen los
matanceros lo que encierra este lugar bajo el subsuelo? Parece que no. Al menos
los que deciden dónde y cómo se gastan los recursos del estado cubano, los
recursos de todos, no saben la importancia del lugar, o no les importa. Yo
prefiero pensar que es culpa del desconocimiento.
Vista de la nueva construcción y del área del parque. Foto de Rigo Leon, tomada de TV Yumurí |
Los ojos curiosos
deben haberse percatado que el parque está rodeado de anchos muros, que a la
vista parecen antiguos. Pero la importancia de este espacio no es solo que en
el se preserven muros antiguos, sino que allí transcurrió una parte de la
historia matancera que contribuyó a formar la identidad local del yumurino,
desde la etapa colonial hasta la republicana. Hacia 1818 se conocen algunos
planos elaborados por ingenieros militares para erigir allí una fortificación
que protegiera esa parte de la costa. La otrora nueva construcción contó con
una batería a barbeta (el muro curvo sobre la costa que aún se conserva), y un
edificio que incluía el cuartel para la tropa y su comandante, cocina, aljibe y
hasta una escalera hacia la azotea. Desde la década de 1850 se proponen
proyectos de expansión de la fortificación, que se concretó hacia finales de la
década de 1870 o inicios de 1880. Ello implicó un área que ocupa hoy hasta el
costado del edificio de trece plantas, donde se conserva uno de sus muros
originales.
Batería de Peñas Altas en 1901, foto publicada en el Annual Report of the War Department. |
Lamentablemente, la batería de Peñas Altas se convirtió en la sede del Escuadrón 41 de la Guardia Rural, donde sufrieron prisión y tortura muchos jóvenes que lucharon contra la dictadura Batistiana. Y luego del triunfo de la Revolución Cubana en 1959, el edificio histórico fue demolido, hecho que ocurrió en 1962. En 1983 se colocó una placa en el muro que sobrevivió la demolición, en memoria de aquellos que padecieron las atrocidades que allí se cometieron. Luego, en la década de los 2000 se erigió un monumento con los nombres de las víctimas.
Algunos años después
de la demolición se construyó el edificio trece plantas y la carretera al
fondo, que de hecho cortó, literalmente en dos, la antigua fortificación. Llama
la atención que el pequeño espacio de memoria con placa y monumento se ha
concebido aislado del parquecito, donde de hecho estaba el edificio principal
del inmueble. Quizás la calle contribuyó a que el espacio divido fragmentara la
memoria del lugar.
En el año 2011 llamé
la atención del olvido en que se encontraba la antigua batería de Peñas Altas
en un artículo publicado en la prestigiosa revista de Arquitectura y Urbanismo de la Facultad de Arquitectura de la CUJAE en La Habana,
donde además hice hincapié en el rol del arqueólogo para el rescate de la
memoria y el patrimonio local. El mismo texto salió publicado ese año en la
Revista Matanzas, con más incumbencia para el público y las autoridades locales.
Tanta historia que pasa por ese rincón de Matanzas había quedado relegada… y lo
sigue estando. Pero seguimos trabajando y en el año 2019 publicamos una primera
aproximación a la historia y arqueología de Peñas Altas en la misma revista de Arquitectura y Urbanismo, y luego como capítulo del libro Fortificaciones de Matanzas, 1693-1976. Esto ha contribuido a que se conozca un poco más ese
espacio olvidado.
Sin embargo, a veces
el conocimiento no toca a las puertas pertinentes. Tal es así que hace varios
años se construyeron nuevos inmuebles adosados al muro sobreviviente, para
detrimento de este, y ahora se “mejora” el parquecito. Sin embargo, esas
mejoras implican remoción de tierra que afectan a la conservación del
patrimonio arqueológico y no se previó una intervención arqueológica previa, o
incluso un mero monitoreo de las obras constructivas bajo la mirada experta de
un arqueólogo.
Este es un ejemplo de
muchos que ocurren en la ciudad yumurina. Y si nos preguntamos por qué ocurre,
pues la respuesta es simple: las políticas de protección del patrimonio
arqueológico cubano no están actualizadas a los estándares del siglo XXI, ni del
XX. Desde 1990 el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS, por sus
siglas en inglés), asesor de la UNESCO, planteó las bases para la protección
del patrimonio arqueológico en su Carta Internacional para la Gestión del Patrimonio
Arqueológico. Pero la
realidad local es más compleja: no se protege lo que no se conoce. Por lo
tanto, debemos incentivar políticas públicas que aboguen por la investigación,
identificación e inventario del potencial arqueológico de la ciudad (y la
provincia) para actuar previo a las intervenciones constructivas que puedan
afectar negativamente nuestro patrimonio. El patrimonio arqueológico es un bien
no renovable, lo que implica que no se reproduce: lo que se destruye, lo
perdemos para siempre. Y sin investigación arqueológica, no solo perdemos los
artefactos y estructuras, sino también el conocimiento que hace a nuestra
memoria histórica. Es precisamente esto lo que ha sido recientemente resaltado por el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, en
referencia al programa para la preservación de la memoria histórica y cómo
hacerla más visible.
El parquecito de Peñas Altas no solo necesitaba un acondicionamiento, una nueva cafetería, más bancos, columpios y cachumbambés, sino también integrar los valores patrimoniales del lugar para que la comunidad se familiarice con la historia local, con la memoria que hace a nuestra identidad.
Lecturas adicionales:
Hernández de Lara, O. (2011). Arqueología urbana y patrimonio arqueológico en la ciudad de Matanzas, Cuba. Arquitectura y Urbanismo, Vol. XXXII, No. 1:66-71, enero-abril. Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría (CUJAE), La Habana. [leer]
Hernández de Lara, O., J. Orihuela, B. E. Rodríguez Tápanes (2019). Batería de Peñas Altas apuntes histórico-arqueológicos sobre una fortaleza olvidada (Matanzas, Cuba). Arquitectura y Urbanismo XV (1):5-22. [leer]