Por: Odlanyer Hernández de Lara
En
el marco del Proyecto Progressus, hemos iniciado el relevamiento topográfico de
las fortificaciones ubicadas en la región de estudio (en torno a la bahía de
Matanzas, Cuba) para contar con una base de datos actualizada de los inmuebles
y las estructuras asociadas. Esto, de por sí, es una labor encomiable,
especialmente cuando no cuentas con los recursos necesarios para que un
contingente de topógrafos haga el trabajo. Pero ello no nos detiene para
alcanzar los objetivos.
La
primera decisión fue elegir el lugar por donde comenzar. La idea no demoró en
aparecer. El Morrillo se erigía como una opción práctica. Sus dimensiones y
accesibilidad, favorecieron su elección.
Previa
coordinación con la directora del Museo Memorial, Gisela Álvarez, con la
gestión de de las investigadoras Silvia Hernández Godoy e Isabel Hernández
Campos, y de la mano del arqueólogo Adrián Labrada Milán, del Gabinete de
Arqueología de La Habana, se iniciaron los trabajos en El Morrillo, en medio del proceso de restauración que se lleva a cabo en el inmueble. El objetivo
principal es la planimetría digital de la batería de costa, lo que permitirá
generar modelos en 3D. Luego de dos visitas al lugar, contamos con las medidas
necesarias para concretar el edificio principal de la batería, que ya está casi
completo.
Vista de El Morrillo durante el proceso de restauración que se lleva a cabo en la actualidad. |
Mientras Adrián sigue avanzando en la digitalización, resta tomar más medidas para ubicar el basamento del torreón que existió en el lugar y que constituyó el primer punto de vigilancia y defensivo de la desembocadura del río Canímar. Algunos rasgos del terreno también se incorporarán en la planimetría, como algunos escalones tallados en la roca estructural que dan a la playa y las huellas de la extracción de sillares que debieron ser utilizados para la propia construcción del torreón y la batería.
Reconstrucción 3D de El Morrillo realizada por Adrián Labrada |
Reconstrucción 3D de El Morrillo realizada por Adrián Labrada |
Pero
este espacio tiene otros misterios escondidos detrás de la vegetación, casi
imperceptible al ojo no entrenado. Por allí también se esconden trincheras y
hasta otra batería, construida en 1898 para defender las costas de la bahía del
ataque de la flota estadounidense que irrumpió en las aguas matanceras a
finales de abril de ese año.
El
final, un mapa cultural del conflicto en la región, que develará cómo se utilizó
el paisaje estratégicamente para la protección del puerto y la ciudad, pero
también, un inventario detallado del patrimonio local, que en ocasiones reviste
de significación mundial.
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