Luego de que la Flota de la Plata fuera abatida en la bahía de Matanzas por el corsario holandés Piet Hein en 1628, los ojos de la Corona española comenzaron a prestar atención a esa zona, que desde entonces se vislumbraba estratégica por su cercanía a La Habana. Ello conllevó a una primera propuesta de fortificación que data de 1653, aunque no fue bien recibida por Felipe IV, pues La Habana era la prioridad del momento, con la tremenda obra de amurallar la ciudad.
En una Real Cédula del 14 de abril de 1682, el rey aprueba la nueva propuesta de fundación de ciudad y fortaleza en la bahía matancera, donde el año anterior corsarios ingleses y franceses habían saqueado el ingenio que allí se encontraba. Este nuevo proyecto fue concebido por el ingeniero militar Juan de Císcara.
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Si bien el rey había recomendado iniciar las obras en septiembre del mismo año, los inconvenientes no tardaron en aparecer y, nuevamente, la construcción del castillo de Matanzas se postergaba. Tras el fallecimiento de Císcara en 1690, llega a la isla el ingeniero militar Juan de Herrera Sotomayor, quien se ocuparía de revisar el proyecto de fortificación anterior y reformularlo, aunque respetando algunas cuestiones. Los cambios repercutieron en el costo de la obra, pero finalmente, cinco meses antes de la fundación de la ciudad de Matanzas, comienza a prepararse el terreno donde se erigiría el Castillo de San Severino.
Un día después de fundada San Carlos y San Severino de Matanzas, el 13 de octubre de 1693, el obispo Diego Evelino de Compostela y el Capitán General Severino de Manzaneda pasaron al paraje de Punta Gorda,
Con el gobierno de Güemes Horcacitas (1734-1746) se le dio un impulso importante a la obra. Por mandato del Capitán General, el ingeniero militar Antonio Arredondo se dirigió a Matanzas. Este confeccionó un proyecto que variaba las dependencias internas de la fortaleza. En 1736 se comunicaba que la plataforma estaba terminada, solo faltaba la artillería. En 1740 el gobernado había añadido 25 esclavos a la maestranza con el fin de culminar las obras exteriores y hacia 1746 la obra militar quedaba terminada.
Un día después de fundada San Carlos y San Severino de Matanzas, el 13 de octubre de 1693, el obispo Diego Evelino de Compostela y el Capitán General Severino de Manzaneda pasaron al paraje de Punta Gorda,
“…donde se deslindó el Castillo, y su señoría ilustrísima bendijo la primera piedra de él, que el Sr. Gobernador sentó en el ángulo flanqueado del valuarte [sic] que hace frente a la bahía y que mira a la población poniéndole por nombre a la fortaleza, San Carlos de Manzaneda (...) bendiciendo por la tarde otra piedra que puso el gobernador en el sitio del altar de la capilla que antes estaba delineando, y concluyó bendiciendo todo lo demás” (Archivo Histórico Provincial de Matanzas. Actas Capitulares. Matanzas, 13 de octubre de 1693).
Con el gobierno de Güemes Horcacitas (1734-1746) se le dio un impulso importante a la obra. Por mandato del Capitán General, el ingeniero militar Antonio Arredondo se dirigió a Matanzas. Este confeccionó un proyecto que variaba las dependencias internas de la fortaleza. En 1736 se comunicaba que la plataforma estaba terminada, solo faltaba la artillería. En 1740 el gobernado había añadido 25 esclavos a la maestranza con el fin de culminar las obras exteriores y hacia 1746 la obra militar quedaba terminada.
Plano de San Severino realizado por el ingeniero militar Antonio Arredondo (1734).
Archivo General de Indias. Fondo Mapas y Planos.
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Bibliografía
Archivo Histórico Provincial de Matanzas (AHPM). Fondo Actas Capitulares (1693-1898).
Hernández Godoy, Silvia (2006). Castillo de San Severino: insomne caballero del puerto de Matanzas (1680-1898). Matanzas, Ediciones Matanzas.
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