viernes, 28 de abril de 2017

Arqueología de la Arquitectura en el Castillo de San Severino

Por: Boris Rodríguez

Entre los días 24 y 28 de abril del 2006 se realizó el I Taller de Arqueología de la Arquitectura en el Castillo de San Severino, Museo de la Ruta del Esclavo en Matanzas. Este taller fue impartido por un equipo de investigadores del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, integrado por los arqueólogos Roger Arrazcaeta Delgado, Lisette Roura Alvarez y Adrián Labrada Milán. El objetivo del mismo fue el adiestramiento de especialistas de la Dirección Provincial de Patrimonio, así como implementar por vez primera esta novedosa metodología en el estudio de las fortificaciones cubanas.

Odlanyer Hernández-de-Lara indica algunos de los cambios ocurridos en la fortaleza. Lo acompañan, de izquierda a derecha: Adrián Labrada, Boris Rodríguez, Silvia Hernández y Roger Arrazcaeta.

Este edificio militar fue la más importante fortificación que conformaba el cinturón defensivo de la ciudad de Matanzas durante los siglos XVIII y XIX, y constituye el único exponente de los actos fundacionales de la misma que ha sobrevivido. Los inicios de su construcción datan de 1692 y en sus más de 300 años ha sufrido procesos transformadores de diferentes magnitudes: desde la voladura de sus baluartes en 1762 –durante la toma de La Habana por los ingleses– y su posterior reconstrucción, en la que se llevaron a cabo cambios internos y externos a la fortaleza, las constantes y necesarias reparaciones, readaptaciones para prisión, hasta el deterioro paulatino causado por agentes naturales, ya sean la lluvia, el aire salino de la bahía y la vegetación, entre otros. Todo ello conllevó a continuas alteraciones de su estructura, impuestas por necesidades funcionales y espaciales, las cuales se hicieron patentes con la adición de nuevos muros y paredes – tabiques, recrecimientos, demoliciones parciales, y transformaciones.

Roger Arrazcaeta y Odlanyer Hernández-de-Lara analizan la dinámica constructiva de San Severino.


Si bien, algunos hechos aparecen registrados documentalmente, otros que también cambiaron en diversa medida la fisonomía constructiva de esta fortificación no quedaron asentados en las fuentes escritas, y además, en ninguno de los casos es sencilla la determinación de transformaciones, pérdidas y adiciones al edificio, lo cual sólo es posible con el uso combinado de la metodología de la Arqueología de la Arquitectura. Esta se ha aplicado con éxito en inmuebles ubicados en el Centro Histórico de la Habana Vieja, aportando datos imprescindibles para la interpretación y restauración de dichas edificaciones.

En esa ocasión, los trabajos se volcaron hacia el estudio de la planimetría histórica existente, así como de los inventarios ejecutados por los ingenieros militares que trabajaron en la fortificación durante las remodelaciones y transformaciones de la misma. Igualmente, se identificaron un total de 445 unidades estratigráficas básicas, las cuales constituyen el punto de partida para los ulteriores trabajos de Arqueología de la Arquitectura. Todo ello contribuirá al estudio de las reconstrucciones en los baluartes, cambios de pavimentos, tapiado de vanos, sustitución de puertas y ventanas, sustitución de carpintería por herrería, reparación y destrucción de muros, emplazamiento de nuevos armamentos, construcción de vías de acceso y cambios de ubicación de los servicios sanitarios, entre otros. Este análisis también nos permitirá identificar zonas de gran potencial arqueológico, con vistas a efectuar excavaciones y estudiar la cultura material correspondiente con los componentes humanos que residieron en este inmueble. No obstante, el futuro levantamiento fotogramétrico del inmueble agilizará sobremanera estos trabajos, dotándolos de una mayor calidad en el registro arqueológico.

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